Siempre que se maquille una piel morena se debe tener en cuenta tres factores muy importantes:
El primero es dar con el tono de la base que conserve el color natural de la piel y además le otorgue cierta calidez. De otro modo, si no se elige correctamente puede quedar demasiado clara con matices grisáceos y sin vida, o demasiado oscura.
El segundo es no dejar contrastes de luz exageradamente marcados, que dejen un aspecto rígido y antinatural. Esto suele suceder cuando se utilizan sombras de parpados o cubre ojeras muy claros, creando de esa manera un notorio contraste entre el color natural de la piel y le del cubre ojeras o el iluminador, produciéndose un desagradable efecto de antifaz.
El tercero es tener en cuenta que a medida que el color de la piel sea más oscuro, se deberá utilizar más intensidad en los colores, puesto que los tonos intermedios tienden a desaparecer al tener el mismo valor de intensidad que la piel. No hay que temer a que el resultado sea demasiado exagerado, ya que el color base de la piel los atenuara por más vibrantes que estos sean.
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