En los meses de verano es cuando los problemas circulatorios parece que empeoran.
El calor no es buen aliado si tienes problemas de circulación. Tus pies estarán más hinchados, al igual que tu cara y consecuentemente sufrirás más de ojeras. Retendrás líquidos y tu barriga parecerá mayor de lo que es. Puede provocar celulitis. Manos y pies fríos e incluso calambres nocturnos.
Aparte del calor, y, por supuesto, la genética, una mala alimentación compuesta de grasas saturadas hará que se dificulte tu circulación sanguínea provocando todas esas consecuencias negativas nombradas. Es por eso que con una simple rutina alimenticia puedes mejorar tu aspecto físico.
Las grasas poliinsaturadas, por ejemplo, son capaces de disminuir sustancialmente la viscosidad de la sangre, por lo que su movimiento se convierte en algo más ágil. Este tipo de grasa se encuentra en los aceites de semilla (girasol, soja, maiz), el pescado azul y los frutos secos. Además este tipo de grasa ayudan a disiminuir el colesterol «malo».
Los alimentos ricos en potasio son importantes porque este mineral ayuda a eliminar el agua, es decir, a mejorar tu depuración interior. La levadura de cerveza, las hortalizas, las verduras, la fruta, etc, lo contienen, además de todos aquellos alimentos ricos, o enriquecidos, con fibras naturales. Las fibras son buenas porque en el intestino captan las malas grasas, incluido el colesterol, impidiendo su asimilación por parte del organismo y así, mejorando varios aspectos de la salud, como la circulación.
Es importante beber muchos líquidos. Abundante agua para eliminar toxinas, aunque también puedes recurrir a infusiones de todo tipo (el té verde tiene propiedades buenisimas para el cuerpo) o a zumos de frutas que se agradecen también mucho ahora con el calor.
Hacer un poco de ejercicio y poner las piernas en alto a diario también es bueno para ayudar a que tu circulación este en perfecto estado.