Bien es sabido que el concepto de la belleza es algo relativo y también así puede ir variando a lo largo de los tiempos, los años y las épocas. Y lo que puede llegar a considerarse bello en determinado momento, no necesariamente lo será en un futuro o quizá lo haya sido en el pasado.
Por supuesto, el concepto de la belleza en la mujer no escapa a esta realidad. Hay que tener en cuenta que en lo que respecta al mundo occidental, el concepto de belleza viene heredado de la Antigua Grecia y de lo que nuestros antepasados griegos comprendían acerca de él.
En ese sentido, también la belleza en general ha estado sublimada a ese concepto más abstracto o generalista de la belleza, siendo la poesía romana y también griega muchas veces enmarcadas dentro de parámetros preestablecidos de lo que podía o no considerarse como lo bello. Los arquetipos de la perfección estéticas tampoco escaparon a estos lineamientos.
De más está decir que lo relativo de este concepto hace que sea muy difícil definirlo, y para algunos lo que es bello, para otros no lo es, aún compartan un mismo tiempo y una misma cultura.
Si nos remitimos concretamente a lo que era considerado bello en las mujeres años atrás, claramente la moda ha mutado y sobremanera. Antaño, las mujeres que tenían mayor sobrepeso eran consideradas sanas, debido a su abundante alimentación en la mayoría de los casos, dando así a entender que el concepto de la salubridad estaba muy emparentado con el concepto de la belleza.
En contrapartida a lo que suele imponerse en la moda de nuestros días, donde vemos desfilar en las pasarelas a modelos sumamente delgadas, antiguamente la mujer muy flaca no entraba dentro de los parámetros de lo bello por considerarse enferma. Y es que en siglos como el XV, XVI, XVII e incluso el XVIII, la dificultad de una buena alimentación muchas veces era un problema al que debían afrontar muchas familias, y por tanto mujeres, en Europa.
Tal es así que podemos ver en infinidad de retratos cómo los más excelsos pintores retrataban a las mujeres voluptuosas desnudas como verdaderas obras de arte y la cantidad de cuadros que podemos observar a lo largo de la historia de este tipo dan sobrada cuenta a lo que nos referimos.
Por el contrario, cuando podemos observar el retrato de una mujer delgada en pinturas de aquellas épocas, podemos verlas ligadas a mujeres campesinas y generalmente sus rostros reflejan cierto grado de preocupación o incluso enfermedad, muy ligado a la pobreza que en aquellos años se vivenciaba.
Cabe recordar, por lo tanto, que el concepto de lo que es bello y de lo que no lo es, cambia permanentemente y también entre las diferentes culturas y según las costumbres de cada pueblo.
De todos modos, en los últimos años, en gran cantidad de oportunidades se ha visto truncado ese fanatismo por valorar a lo bello actual como una gran virtud, para empezar a ponderar otro tipo de cualidades no tan ligadas con lo estético, cambios que en definitiva, en nuestra humilde opinión, celebramos y valoramos notablemente.