Sin duda, tener unas uñas cuidadas es un gran ejemplo de que la persona cuida y se preocupa por su físico. Y, un clásico del cuidado de las mismas y de las manos, es la manicura francesa.
Lo primero que debemos tener en cuenta es suavizar la uña, ya que esta manicura se caracteriza por ser muy natural y radiante, por lo que hay que preparar la uña, su delicada y dura superficie. Para ello, hay que alisar el relieve, suavizar la superficie y proteger la lámina de la uña. Una manera fácil de lograrlo es frotar la superficie con la ayuda de un taco pulidor, que logrará exfoliar nuestras uñas, y conseguimos un tacto más suave. Eso sí, hay que emplear el taco de manera muy suave porque no debemos restregar la superficie de nuestra uña.
Después la forma de las uñas se redondea con la ayuda de una lima. Ahora, debemos emplear un lápiz. Tras conseguir que la uña quede brillante, debemos pintar la punta de color blanco con la ayuda de un lápiz de dicho color y de textura untuosa, antes de usarlo hay que humedecer la uña y pintamos el interior de la misma, con dicho lápiz. Aunque se hace rápido, el problema de esta técnica con lapiz es que no durará mucho.
También, podremos emplear un molde adhesivo, ya los venden preparados con una forma redondeada, que nos hará más fácil el momento de pintar la parte exterior de las uñas en color blanco. Cuando la pintura se seque, ya podremos retirar los moldes. Tras esto, debemos emplear esmalte transparente, para darle el característico brillo a nuestra uña. A parte del esmalte transparente, también, se pueden emplear colores como el beige o el rosado.
La manicura francesa logra un aspecto muy elegante y limpio, ya que nuestras uñas van a parecer de porcelana.
Consejos para la manicura francesa.